Si existen las casas flotantes, e incluso proyectos de ciudades en el agua, ¿por qué no un parque flotante? Esa es la idea que tuvo una organización sin ánimo de lucro para crear un espacio verde público, y de actividades al aire libre. Está localizado entre los muelles 54 y 56 del río Hudson (Nueva York).
El parque tiene una extensión de poco más de una hectárea. Principalmente está diseñado para proporcionar a los visitantes un lugar donde descansar, comer, y pasear. En él también se puede asistir a conciertos y representaciones culturales muy variadas. En el Pier 55 la topografía juega un papel muy importante, porque además de ofrecer buenas vistas hacia Manhattan y Nueva Jersey, dispone de jardines exuberantes y caminos sinuosos que la recorren.
Este espacio urbano es posible gracias a una estructura de pilotes de hormigón armado, donde cada uno de ellos termina en una «copa» que sirve de contenedor de tierras sobre las que crece la vegetación. Pero un proyecto de estas características también tuvo que superar ciertos problemas legales. Esos inconvenientes comenzaron cuando la ONG City Club of New York interpuso una demanda para detener su construcción. Estaba basada en los efectos nocivos que podía tener para el ecosistema del río; más tarde se sumó la Agencia de Protección Ambiental. Finalmente la Corte Suprema de Nueva York terminó dando luz verde al proyecto.
ACTUALIZACIÓN: Después de seis meses de trabajos en el sitio, el proyecto fue abandonado. Inicialmente el presupuesto estimaba un coste de 35 millones de dólares, pero esa cifra ascendió a 250 millones. Todo indica que los primeros cálculos estaban equivocados, y que la complejidad del parque era bastante mayor. A esto hay que sumar las preocupaciones ambientales y legales imprevistas.
Este parque flotante fue diseñado por la oficina de Heatherwick Studio, en colaboración con la de Signe Nielsen. Estaba financiado por Diane von Fürstengerg y su esposo Barry Diller, en cooperación con el Hudson River Park Trust.