Hasta hace poco hemos venido utilizando Safari en nuestras máquinas Mac como navegador principal. También en algún Windows que todavía utilizamos de vez en cuando. Pero a pesar de lo rápido que es, nos estaba pareciendo demasiado pesado a la hora de arrancarlo,… con 4GB de RAM instaladas. Desesperan además esos estados en los que el icono del ratón se convierte en una rueda giratoria de colores. Es comprensible que a Steve Jobs no le gustara flash, porque Safari a veces se atragantaba con él.
Decidimos darle la oportunidad al navegador de Google, a Chrome. Mirando el monitor del sistema, la diferencia entre uno y otro es notable, porque lo primero que llama la atención es que Chrome le asigna un proceso a cada pestaña abierta. Eso es genial, porque ocurra lo que ocurra en cualquier página que visites, Chrome siempre estará «vivo». Puede que una pestaña falle, pero el resto… ni se entera.
Esta estabilidad tiene un precio, porque sumando la memoria de cada proceso/pestaña, consume mucho más que Safari. Aún así, nos ha compensado haber hecho el cambio, pues Chrome ya dispone de infinidad de extensiones, y de un traductor integrado en el navegador. Por eso, no me extraña al ver las estadísticas de IS-ARQuitectura y comprobar que desde principios de 2010 Chrome desbancó a Safari. Se colocó en el tercer navegador más utilizado por nuestros usuarios.