El mejor préstamo, el mejor crédito, son los que mejor se adaptan a sus necesidades.
Las necesidades del consumidor, del usuario, del prestatario, se han convertido en el auténtico motivo de los nuevos productos financieros, especialmente préstamos y créditos, diseñados por las diferentes entidades financieras.
La finalidad primordial de todo préstamo que desee alcanzar unos de los mejores rangos en la fidelización de clientela es conseguir adaptarse, casi cómo una segunda piel, a las necesidades de los usuarios.
Es cierto que antes de formalizar un préstamo es conveniente analizar, entre las diferentes ofertas, una serie de elementos que pueden servir para diferenciar unos préstamos de otros, así tendríamos que tomar en consideración:
TAE
Tipo de Interés.
Interés fijo o variable.
Interés mixto.
Períodos de carencia
Número de cuotas anuales de amortización.
Período total de amortización
Tipo de cuotas de liquidación: fijas, progresivas, regresivas.
Cuotas totales de amortización.
Gastos de formalización.
Comisiones Bancarias de estudio y otras.
Posibles penalidades por amortización del préstamo.
Gastos por no disposición.
Necesidad de avalistas.
Necesidad de constituir garantías hipotecarias.
Posibles bonificaciones fiscales por los pagos del préstamo.
Pero una vez conocidas éstas, y aún otras, características del préstamo a formalizar, es frecuente encontrarse con que las posibilidades de análisis excedan a nuestra capacidad, de manera que la elección del préstamo nos lleva a una duda fundada: ¿cuál es el mejor préstamo?
De ahí que ante la avalancha de información sea muy importante atender al TAE de la operación, cuyo concepto, contenido y alcance se explica en otra página de este website y, a partir de ahí, priorizar lo que interesa más al usuario, para en función de esas necesidades llegar a la conclusión personal de cual es el mejor préstamo aplicable a nosotros mismos.
Autor: J M Sanchis