Estamos acostumbrados a que los despachos de profesionales de la ley sean sumamente clásicos. Por eso ver las oficinas de esta notaría belga supuso toda una sorpresa; primero por el entorno rural en el que se sitúa, un pueblecito llamado Horebeke; y segundo, por la manera que unos grandes ventanales rompen la monotonía de un volumen de ladrillo rojo, abriendo estupendas panorámicas al campo.
El edificio se levanta en un terreno que está deprimido respecto a la calle de entrada. Esto facilita que la planta sótano se vea como una planta baja en la parte trasera, sitio en el que se ha colocado el aparcamiento para los empleados. Ese parking además está protegido (parcialmente) por el vuelo de la planta principal de las oficinas. El acceso del público es directo desde la calle, hacia una sala de espera con vistas desde el lateral del edificio. En cambio el despacho del notario y oficina de empleados están orientados a la parte de atrás. Completa el programa una sala de reuniones, cocina, y aseos, situando todo el archivo en el sótano.
Un patio está estratégicamente situado frente a la sala de espera, pero sin acceso desde la entrada pública. Y la escalera que comunica con el sótano y garaje tiene iluminación natural por unas claraboyas circulares. Como se puede ver en las imágenes, es una arquitectura sencilla y práctica, que además dialoga muy bien con el entorno.
Este edificio de notaría es un proyecto de los arquitectos Atelier Vens Vanbelle.