Esta casa está construida en una de las islas entre la ciudad colonial de Parati y Angra dos Reis (Brasil). Es un entorno paradisíaco, con playa de fina arena en el frente delantero, y frondoso terreno escarpado a sus espaldas. El edificio se compone de dos grandes prismas de hormigón que se adaptan escalonadamente a la topografía, presentándose abiertos hacia la playa. Esta Casa en Parati es de unas proporciones muy horizontales.
Organización de la vivienda
Desde la playa, un puente metálico sobre la superficie cristalina de una piscina, conduce al núcleo de escaleras. El primer prisma de hormigón aloja la sala de estar, cocina, y área de servicio, con una barandilla de vidrio que recorre toda la fachada. Está retranqueada del borde la distancia suficiente para proteger de las lluvias la parte que queda abierta como terraza. El resto del salón se puede cerrar mediante grandes puertas correderas totalmente acristaladas, con carpintería de acero inoxidable.
La vivienda es como una gigantesca escultura monolítica y hueca, con una textura sobre el hormigón, recordando a las casas de Frank Lloyd Wright. Va acompañada por muros de piedra y superficies de vidrio. La parte opuesta se organiza con pequeños patios, a uno de ellos da la cocina, que también tiene otro cerramiento de puertas correderas, con carpintería de acero inoxidable. El tramo de escalera que lleva al volumen superior, el de los dormitorios, está protegido por una caja de cristal. Desde este nivel se puede acceder a la azotea con césped que queda justo encima del salón.
La escalera tiene sus peldaños empotrados en el muro de hormigón, un recurso muy común en las viviendas de su autor (Marcio Kogan), como ya vimos en la Casa 53. Pero en este proyecto además está acompañada por otros recursos muy efectivos, no hay más que fijarse en las fotos de su interior.
Toda la fachada de la caja superior, la de las habitaciones, tiene paneles de madera de eucalipto para protegerlas de la radiación solar.
Fotos de Nelson Kon.