Creo que nunca hemos escrito sobre un apartamento tan pequeño como éste. Ni siquiera publicando artículos de casas mínimas en nuestro otro blog. Resulta curioso que en un hermoso edificio de París pueda existir una vivienda tan pequeña, pero tiene su explicación. La última planta de este tipo de inmuebles suele aprovechar el espacio que hay bajo la cubierta. Se hace con habitaciones de servicio o trasteros, accesibles a través de estrechos y tortuosos pasillos. El precio tan alto que hay que pagar para vivir en el centro de la ciudad provoca que muchos de estos espacios hayan sido renovados, y alquilados como apartamentos.
El proyecto de esta habitación parisina consistió en acondicionar el escaso espacio disponible para que una persona pudiera vivir. Debía funcionar con la precisión de una navaja suiza, y tener espacio de almacenamiento. Y eso fue lo que se hizo, encajándolo casi todo en un único mueble. En realidad se trata de un contenedor de muebles, armarios, y puertas, perfectamente ordenados.
La clave estuvo en colocar la cama en una posición elevada. De esta manera se despejó todo el espacio inferior para almacenaje de libros, ropa, y la mesa. El acceso al ‘dormitorio’ se hace por una estantería escalonada. Hay otro armario que esconde más estantes (y el calentador de agua), mientras que la última puerta es la que sirve de entrada al cuarto de baño. Como no se podían abrir más huecos, la ventilación e iluminación natural del baño se hace a través de una ventana (con vidrio esmerilado) situada en un lateral, justo donde está el fregadero.
La cocina ocupa todo el frontal de la ventana. Tiene un mueble bajo, y otro alto al lado de la puerta de entrada al apartamento. El fregadero puede estar tapado por un tablero abatible, lo que aumenta las posibilidades de uso.
No hemos llegado a comprobar si realmente en esta casa se puede o no cocinar, ya que ni en las fotos ni en el vídeo se ve placa vitrocerámica alguna (o similar).
Este sorprendente trabajo lo realizó el Studio Kitoko. Fotos de Fabienne Delafraye.